Las praxias en la rehabilitación logopédica

17:00h
Cinco niños sentados frente a un gran espejo en la pared. 
Disalias, Retrasos Simples del Lengujae y Trastorno Especifico del Lenguaje. 
Una logopeda tras ellos recitando . . .
 praxias.


Las praxias son, a día de hoy, una de las prácticas más comunes llevadas a cabo por los logopedas en una gran variedad de intervenciones. Pero, ¿son eficaces? ¿lo son para todos los trastornos? ¿cómo deben usarse? ¿con qué fin han de usarse?

Según la ASHA:
Las praxias son actividades no verbales que implican la estimulación sensorial o acciones de los labios, mandíbula, lengua, paladar blando, laringe y músculos respiratorios, cuyo objetivo es influir en las bases fisiológicas del mecanismo orofaríngeo para mejorar sus funciones. Pueden incluir actividades como ejercicio muscular activo, estiramiento muscular, ejercicios pasivos o estimulación sensorial (McCauley, Strand, Lof, Schooling y Frymark, 2009, p.344). 
En esta entrada se hablará sobre el uso de esta técnica en relación a la intervención del habla y del lenguaje en niños, para lo que recientemente ha surgido una gran controversia ante su uso desmedido bajo una idea de "tarea remedio". Y es que las praxias, actividades motoras-orales no verbales, se usan con el fin de influir en el desarrollo del habla de los niños, en base a las siguientes razones expuestas por Lof y Watson (2010):
  1. Las praxias, movimientos simples, mejoran la adquisición de los movimientos complejos del habla.
  2. Las praxias aumentan la fuerza necesaria en los articuladores.
  3. Habla y FONV (funciones orales no verbales) comparten las mismas estructuras anatómicas y por tanto, han de ser controladas neurológicamente por las mismas áreas. Entonces, la estimulación de esta musculatura a través de las praxias, conllevará una estimulación del desarrollo del habla.
  4. Calentamiento muscular previo al habla.
  5. Conciencia sobre los articuladores.
Sin embargo, la literatura lógica y teórica rebate su uso en la intervención logopédica con algunas razones como las siguientes:
  1. Las praxias no son los movimientos reales que utilizamos al hablar (Lof y Watson, 2010).
  2. Los músculos fonoarticulatorios necesitan una parte pequeña del total de la fuerza que pueden producir para articular el lenguaje. Por tanto, no es necesario entrenarlos en fuerza.
  3. Habla y praxias activan áreas cerebrales distintas (Ruark y Moore, 1997). Por ende, el entrenamiento en praxias no estimula el desarrollo del habla.
  4. Calentamos un músculo cuando vamos a ponerle a unos niveles de resistencia fuera de lo habitual. Entonces, ¿porqué calentamos los fonoarticulatorios antes de las sesiones de intervención, si habitualmente no lo hacemos? y, además ¿es que el acto de hablar implica grandes cantidades de fuerza en nuestros músculos y por eso hay que calentarlos? Durante el habla, los músculos faciales no se exponen al máximo grado de fuerza, sino que este acto motor trata de un alto grado de precisión y coordinación. De tal manera que, dedicar los primeros minutos de cada sesión a realización de un listado de praxias como calentamiento, no será necesario (Lof y Watson, 2010)
  5. Los niños, en especial los de corta edad, tienen dificultades para asociar, identificar y transferir los movimientos realizados con las praxias a los producidos durante el habla (Lof y Watson, 2008). Por tanto, basar la intervención en el uso de praxias no es adecuado para con el objetivo de procovar o producir sonidos.
En resumen, esto pone de manifiesto que las praxias no son efectivas en la intervención logopédica en dificutlades de habla y lenguaje. No obstante, se necesitan datos empíricos que demuestren su no eficacia, o que rebatan su uso, pues a día de hoy existen muy pocos estudios de dicha índole. Además, aunque las praxias fuesen eficaces, nunca nos sería válido la aplicación de un recetario de praxias general para todos los casos, como está ocurriendo en la actualidad.

De especial interés es el artículo publicado por Ygual y Cervera (2016) en la revista de neurología, donde hablan acerca de la eficacia de estos programas haciendo un visionado rápido sobre los mismos.
Ygual-Fernández, A y Cervera-Mérida, J. F. (2016). Eficacia de los programas de ejercicios de motricidad oral para el tratamiento logopédico de las dificultades de habla. Revista de neurología, 62(Supl 1), S59-64.


Referencias bibliográficas:
  • Lof, G. y Watson, M. (2008). A nationwide survey of nonspeech oral motor exercise use: Implications for evidence-based practice. Language, Speech, and Hearing Services in Schools, 39(3), 392-407.
  • Lof, G. y Watson, M. (2010). Five reasons why nonspeech oral motor exercises (NSOME) do not work. SIG 16 Perspectives on School-Based Issues, 11(4), 109-117.
  • McCauley, R., Strand, E., Lof, G. L., Schooling, T. y Frymark, T. (2009). Evidence-based systematic review: Effects of nonspeech oral motor exercises on speech. American Journal of Speech-Language Pathology, 18(4), 343-360
  • Ruark, J. y Moore, C. (1997). Coordination of Lip Muscle Activity by 2-Year-Old Children During Speech and Nonspeech Tasks. Journal of Speech, Language, and Hearing Research, 40(6), 1373–1385.




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